La Danza de los Diablos, una expresión cultural arraigada en la época colonial, encuentra sus raíces en la utilización de la mano de obra esclava africana en ese período. Originalmente, esta danza se concebía como un ritual en honor al dios oscuro Ruja, donde los danzantes imploraban su asistencia para escapar de las condiciones laborales extremadamente duras. En la actualidad, la danza ha evolucionado para honrar a los difuntos, motivo por el cual se ejecuta durante el 1 y 2 de noviembre, días dedicados a los Santos y a los Fieles Difuntos. Los participantes de esta danza se enfundan en trajes que encarnan la figura del diablo, y su acompañamiento incluye tanto al líder del grupo como a la minga, una representación de la mujer marginal de la calle. Ataviados con vestimentas desgastadas y andrajosas, las máscaras talladas en madera, cubiertas de crin y cola de caballo para simular una barba, forman parte esencial del atuendo. La coreografía se caracteriza por su velocidad y fuerza, con movimientos que alternan entre agacharse y erguirse de manera abrupta, a la vez que se ejecutan giros y enérgicos zapateados en sintonía con la música. La Danza de los Diablos no solo enlaza el pasado colonial con el presente, sino que también rinde tributo a los ancestros y a la esencia misma de la cultura, perpetuando así un legado de vital importancia. ¿Has visitado algún pueblo mágico de México donde el folclore es especialmente prominente? ¡Cuéntanos tus experiencias en los comentarios!
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