La llorona
Este baile es característico del sur de México. Proviene de la región del Istmo de Tehuantepec, en el estado de Oaxaca. En la época prehispánica, los zapotecos de la región del Istmo realizaban fiestas para rendir culto a sus dioses, auspiciar acontecimientos astronómicos benéficos, agradecer una buena cosecha, pesca o caza, y con motivo de los cambios de estación en el año.
Durante la colonia los frailes españoles modificaron el sentido de la devoción y en algunos casos las fechas de las festividades, que a partir de entonces se conocieron como velas, lo que significo que había que permanecer despiertos, bailando durante la fiesta, mientras los cirios y las velas se consumían, cosa que sólo ocurría hasta el amanece. Las velas o cirios los portaban los asistentes y colocaban mesas o sitios estratégicos para iluminar el lugar en que realizaban.
La llorona se bailó en las velas, las cuales eran fiestas del pueblo, con un carácter religioso o social que por la noche congregaba a los habitantes, quienes acudían elegantemente vestidos y cargando grandes velas o cirios encendidos y decorados con ramilletes de flores y hojas. Las bandas de viento animaron las velas. Su instrumento característico fue la tambora y, después, la marimba, traída de Chiapas.
Cuando la vela era popular o religiosa, unas horas antes del comienzo la banda recorría todos las barrios del pueblo para indicar que todos los habitantes estaban invitados y señalaba el lugar donde se había construido la “ramada”. A las velas familiares o “velorios” asistían solamente las personas que recibían una invitación impresa, y la banda de viento no recorría el pueblo. La llorona fue uno de los bailes más gustados en las velas. Se interpretaban para abrir o cerrar el baile. Era muy emotivo puesto que la música del Istmo es una extraña combinación de melodía triste y alegre, que da como resultado un disfrute de lo melancólico.
Ejecución del baile:
Cuando baila la mujer imprime una actitud recatada y seria, reservada y serena en sus pasos cadenciosos, pero llenos de elegancia. El hombre, más alegre, ya que busca agradar a la mujer ejecutando los pasos con mucha más agilidad para llamar la atención. Ambos bailan con majestuosidad, altivos, manifiestan la gallardía de su raíz zapoteca. Las mujeres sostienen su falda a la altura de la cadera y nunca levantan los brazos más allá de los hombros.
Vestuario:
Mujeres:
Huipil de corte holgado, cuadrangular y sin mangas, confeccionado en tela de tafeta de seda, felpa o terciopelo de color oscuro liso, negro, violeta o rojo. Va de los hombros a la cintura y el escote es pequeño. La enagua es de la misma tela del huipil anterior, con un olán blanco de fino encaje plisado, que contrasta con el bordado de colorido del huipil y la enagua, de tonalidades llamativas y matizadas. Se usa bajo la enagua el “refajo”, fondo o faldilla que alcanza un vuelo más o menos amplio de modo que se pueda levantar hasta la cintura.
Usan además otro huipil grande, blanco, diseñado más bien como “boca-manga”, que sirve como tocado en el cabeza, mismo que se utilizaba de manera diferente según la ocasión. Esta prenda era un elemento muy importante para la mujer tehuana, y se le llamo “huipil de resplandor” por el olán que lo caracteriza. El huipil grande esta hecho con fondo de gasa o blonda transparente.
En el escote se le agrega un olán de encaje, plisado y planchado endurecido por el almidón. Esta prenda se trajo de Europa y su uso se generalizo en el Istmo. La mujer usa zapato de seda en las velas; pero generalmente camina descalza. Accesorios: collares con moneditas de oro, aretes de filigrana o zarcillo y pulseras del mismo mental. Porta un jicalpeztle, que es una base de jícara de bule guaje pintado en fondo negro y motivos multicolores. Los lleva en la cintura y sostenido con la mano.
Hombres:
Usa calzón y camisa de manta, bordada con líneas de motivos del mismo color, que muchas veces pasan inadvertidos. Lleva paliacate al cuello y va con los pies descalzos. Accesorios: la vela o cirio, decorados y sombrero.
Otros datos de interés:
Gastronomía del estado:
Un platillo muy tradicional es el
mole oaxaqueño en sus 7 variedades, los chiles rellenos, el quesillo, tlayudas,
los tamales, nieves de sabores, frescas aguas de frutas, el tasajo y el caldo
de guías, sin faltar los exóticos chapulines. Los dulces regionales son
variados y de diferentes tipos, el café es excepcional y compite a nivel
mundial en calidad, sabor y aroma. Su rival, es el chocolate, brebaje oaxaqueño
que embrujó a los españoles y que se acompaña del exquisito pan de yema.
Lenguas del estado de Oaxaca:
De acuerdo al Catálogo de las
Lenguas Indígenas del Instituto Nacional de Lenguas Indígenas, en Oaxaca se
hablan once lenguas otomangues: amuzgo, cuicateco, chatino, chinanteco,
chocholteco, ixcateco, mazateco, mixteco, popoloca, triqui y zapoteco; además
de las lenguas mixe, zoque, huave, náhuatl, y la chontal de Oaxaca.
Ok
ResponderEliminarIk
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